Cuando se habla de actividad industrial generalmente hay distintas posturas sobre el tema sobre la gestión de residuos, desde las que señalan los beneficios económicos que tiene para un país, hasta las que alertan sobre las consecuencias y afectaciones que provoca al medio ambiente.
Lo que es un hecho, es que toda producción industrial genera “subproductos indeseables”, es decir, residuos que pueden ser o no peligrosos, pero que, por su naturaleza, deben ser manejados y dispuestos correctamente con el objetivo de evitar que afecten, en la medida de lo posible, al ser humano y su entorno.
Los residuos tienen múltiples clasificaciones, se puede partir de acuerdo a su estado físico en: Sólidos, líquidos y gaseosos, para luego subdividirlos según la procedencia, que puede ser industrial, agrícola, doméstica, etc.
Los residuos industriales, que se generan a partir de procesos de producción, pueden clasificarse en tres grupos:
- Inertes. Son escombros y materiales afines.
- Similares a residuos sólidos urbanos. Son desechos de oficinas y comedores (orgánicos, papel, cartón, plásticos, textiles, maderas, etcétera).
- Peligrosos. Son aquellas sustancias cuya composición química y otras características, como niveles tóxicos o reactividad química, entre otros, pueden afectar la salud de las personas y/o el medio ambiente.
El correcto manejo de los residuos industriales ofrece a las empresas no sólo los beneficios de contar con una imagen sustentable y de responsabilidad social, sino ahorros a lo largo de toda su cadena de producción.
Es fundamental que el manejo de residuos se observe como un trabajo económicamente viable, donde industria, gobierno y población en general trabajen en planes y esquemas de carácter nacional, pues al final lo que está en juego son los recursos y el entorno natural del país. En pocas palabras, es un trabajo de equipo.